domingo, 10 de octubre de 2010

UNIDAD NACIONAL Y CONSOCIACIONALISMO


UNIDAD NACIONAL Y CONSOCIACIONALISMO


Septiembre de 2010.

POR PEDRO ANTONIO MARÍN

En algunos sectores de la opinión publica colombiana e internacional, ha causado sorpresa la agenda de gobierno formulada por el nuevo presidente Juan Manuel Santos, una vez fue elegido como nuevo jefe de Estado, con el explicito respaldo de Álvaro Uribe y su coalición política.

Santos fue Ministro de Defensa de la Seguridad Democrática y en esa condición promovió y ejecutó diversas acciones ilegales violatorias del Derecho Penal Internacional, como los "falsos positivos", las "chuzadas" telefónicas, el bombardeo a Ecuador y la complicidad con los grupos narcoparamlitares, beneficiarios de amplios privilegios judiciales, económicos y políticos durante los ocho años de gobierno de Uribe Vélez.

No obstante insinuarse cierta ruptura con la anterior administración, el nuevo gobierno, proclamado de Unidad Nacional, es la continuidad del modelo político prevaleciente durante los ocho años del anterior régimen, violento y fascista, en el que las camarillas dominantes habían puesto a la cabeza del Estado a la facción de la burguesía y los terratenientes, cuyas ganancias provenían de la industria de los psicotrópicos.

Pero dada la configuración criminal y mafiosa de la gobernanza política uribista, así como los modelos utilizados de acumulación por desposesión basadas en la violencia paramilitar, y sus efectos limitantes en el despliegue del proyecto capitalista globalizado; al igual que la incompatibilidad con la retorica que campea en el capitalismo transnacional, afín con la democracia liberal y los derechos humanos como referentes y propósitos de lucha de amplios sectores sociales, era obligada una reformulación de los estilos de gestión política, ante todo, para facilitar un solido sustento de la estrategia económica.

La Unidad Nacional proclamada por el nuevo presidente no es mas que un acuerdo entre las clases dominantes para garantizar el apoyo de la mafia al nuevo gobierno, así como el reconocimiento de que su Estado, en poder del narcotráfico y del paramilitarismo durante los dos periodos anteriores, quedó quebrantado y se hacía necesario reconstruir la confianza en él, como instrumento de su dictadura de clase y administrador colectivo de sus negocios.

Aun cuando el régimen de Uribe encarnó la aplicación terrorista y sangrienta de la dictadura burguesa y feudal contra el pueblo, asegurando con ella las multimillonarias ganancias de los capitalistas nacionales y extranjeros, el poder en manos del sector de las clases dominantes ligadas a la industria de los psicotrópicos, ocasionó el despilfarro de los recursos estatales en las limosnas de "Familias en Acción", la quiebra del sistema de salud pública, la crisis de la educación y un enorme retroceso de las vías de comunicación, como también les acarreo a los explotadores profundas divisiones intestinas, desprestigio y relativo aislamiento internacional que afecta sus negocio; y sobre todo, al agravar las contradicciones entre el pueblo y el gobierno, lo convirtieron en un régimen profundamente inestable. Una situación que ponía en peligro, ya no solo un gobierno sino todo el poder del capital. Tales fueron las razones para impedir una segunda reelección de Uribe y cambiar de gobierno, muy a pesar del enorme poderío económico de las mafias y del dominio adquirido en ocho años con el poder político en sus manos.

EL CONSOCIACIONALISMO Y EL DESEMPEÑO POLÍTICO DEL GOBIERNO SANTOS

El rediseño del régimen político que gestiona el señor Santos desde el pasado 7 de agosto con su proclamada Unidad Nacional, bien puede explicarse desde los parámetros del modelo consociacional.

El consociacionalismo, teoría política sistematizada por el holandés Arend Lijphart, para describir el sistema político de los Países Bajos, en sus diversos textos como: a) Modelos de Democracia. Formas de gobierno y resultados en 36 países (España: Ariel, Ciencia Política, 1999); b) Consotiational Democracy, Word Politics No. 21 (1969); c) The politics of Acomodation: Pluralism and democracy in the Neetherlans (Los Ángeles y Berkeley: University of California Press, 1968); d) Democracia en las sociedades plurales (Argentina: Grupo Editor Latinoamericano, 1977); parece ser la referencia politológica de los nuevos operadores de la Casa de Nariño en Bogotá y sus asesores de las universidades privadas metropolitanas.

Esa es una tendencia en la camarilla dominante colombiana en momentos en que se impone el cierre de ciclos intensificados de violencia contra el pueblo.

El Frente Nacional, organizado para el periodo comprendido entre 1958-1982, después de la violencia política de los años 50, se inscribe dentro de una racionalidad consociacional malograda, principalmente, por sus actuaciones de exclusión y represión política a terceros partidos, movimientos y protestas sociales, organizaciones y agremiaciones de base. Lo cierto es que el consociativismo del Frente Nacional terminó siendo la fuente de la resistencia posterior protagonizada por las guerrillas campesinas y urbanas, en los años ochenta, noventa y los primeros del siglo XXI, como respuesta al sangriento dominio de las elites tradicionales.

Describir y entender los ejes básicos del consociacionalismo nos permite comprender el desempeño político del gobierno Santos en sus primeros días y sus propuestas legales referidas a las Victimas de la violencia, la restitución de tierras a los desplazados, la normalización de las relaciones con Venezuela, la reforma de las Regalías petroleras, el Estatuto para la Oposición, la reforma a la Justicia, la nueva Regla Fiscal, la inclusión de funcionarios ministeriales ajenos al uribismo y la tímida insinuación de un dialogo con las FARC. Temas todos vedados como agenda pública, por los halcones uribistas.

El Consociacionalismo parte de la premisa que sugiere que las profundas divisiones sociales y diferencias políticas dentro de las sociedades plurales se deducen como responsables por la inestabilidad y el derrumbamiento en las democracias. Construir un sistema democrático estable no es fácil. Para ello, es necesaria la existencia de determinadas condiciones referentes esencialmente a las actitudes y pautas de comportamiento de las élites políticas representativas y/o dirigentes de diversos grupos sociales. Las posibilidades de una estabilidad democrática dependerá de hasta que punto dichas elites: a) Deseen mantener la unidad y la cohesión del sistema; b) Logren que sus respectivos grupos sociales acepten determinadas transacciones entre intereses divergentes y c) Encuentren mecanismos institucionales efectivos de acomodo entre los diversos grupos.

El arreglo institucional que se desprende de estas condiciones es la democracia consociacional o consensual, cuya característica fundamental, a diferencia de la Democracia Mayoritaria, es la de rehuir el simple principio mayoritario y buscar la obtención de mayorías amplias. Así, en el modelo consociacional, el que gana comparte el gobierno, mientras que en el modelo mayoritario o Westminster, el que gana gobierna. Así, la esencia del gobierno mayoritario en la toma de decisiones es "lo que diga la mayoría", mientras que en el modelo consensual la respuesta es el mayor numero de gente posible.

Por lo tanto, lo que el modelo consociacional plantea es un arreglo institucional que haga factible la maximización del tamaño de las mayorías. De ahí que la democracia consociativa se caracterice por la inclusión, el pacto o el compromiso y se base en un principio de división y desconcentración del poder político, como en el caso de la democracia mayoritaria, por la exclusión, competencia y confrontación.

Debido a la importancia que tienen las concesiones, el dialogo y la concertación de políticas para la eficiencia del modelo consociacional, las negociaciones intra e interpartidistas requieren de alto nivel para que puedan efectuarse. Una característica peculiar de las negociaciones en este modelo de gobierno es que deben llevarse a cabo de manera secreta. Ahora bien, pese a que el proceso de negociaciones puede darse de manera preelectoral o post electoral, es necesario señalar que un rasgo característico y distintivo de la Democracia consociacional es la conformación de coaliciones postelectorales.

Las principales características institucionales del modelo consociacional son: a) El modelo consensual favorece amplias coaliciones en las que todos los partidos destacados y representantes de los mas relevantes grupos sociales comparten el poder ejecutivo; b) Las democracias consensuales muestran una relación mas equilibrada entre el ejecutivo y el legislativo; c) En cuanto al sistema de partidos, el modelo consensual acoge un mayor numero de partidos relevantes, es decir, un multipartidismo opuesto a la naturaleza bipartidista de la democracia mayoritaria; d) Respecto al sistema electoral, la democracia Consociacional generalmente utiliza la representación proporcional y no la mayoría relativa, como en el modelo Westminster.

En esta reflexión es necesario hacer referencia a lo establecido por Gabriel A. Almond y Sidney Verba, respecto a las reglas que gobiernan the game of Acomodation del sistema político holandés que han sido formuladas y ejecutadas por las elites políticas y que han consolidado y fortalecido el régimen democrático consensual en ese país.

Existen siete reglas que definen el juego político holandés. Ellas son. a) La política es un negocio; b) Aceptación pragmática de las diferencias ideológicas como realidades básicas que no pueden ni deben ser cambiadas; c) La tercera regla señala que los líderes de los partidos políticos deben ejecutar decisiones políticas y trabajar en los compromisos establecidos; d) La cuarta regla se refiere a la proporcionalidad. Esta implica un procedimiento mediante el cual se define la cantidad de los recursos disponibles del gobierno a designarse en las distintas áreas y regiones; e) La quinta regla se denomina depoliticizacion. Al igual que la proporcionalidad, su objetivo es neutralizar disputas políticas; f) La sexta regla define que el éxito de las negociaciones en el juego político requiere un alto grado de flexibilidad entre los lideres de los partidos. De allí que el proceso de Acomodation debe, por tanto, ser discreto y no estar expuesto al publico; g) La séptima regla se refiere al derecho que tiene el gobierno de gobernar.

Conviene señalar que, uno de los objetivos más importantes y del cual depende el éxito o fracaso del consociacionalismo es el mantenimiento de la paz y la estabilidad en la sociedad. Si no hay un clima de paz y estabilidad difícilmente la Democracia Consociacional podrá ser implementada con éxito. Ello debido a la importancia que tiene el dialogo y el proceso de concesiones como elementos claves inherentes a la naturaleza consociacional.

Otro factor determinante para el buen funcionamiento del sistema consociacional es que la sociedad presente una cultura secular que le permita modernizarse en términos sociales y económicos.

Requisitos estos últimos que obstaculizan firmemente la estrategia santista de "Prosperidad Democrática", no obstante estar dando pasos para incorporar a Petro, el ex-candidato presidencial del Polo, en el gobierno y de dar cierto impulso al Estatuto de la Oposición para cooptar al Polo Democrático Alternativo al conjunto de la gobernanza posturibista.

Dado que la esencia del régimen mafioso colombiano se mantiene con el gobierno de Santos y que puntos estratégicos de su gobierno permanecen en manos uribistas, los intentos consociacionalistas van a ser canalizados en las iniciativas legislativas sobre las victimas de la violencia, de la restitución de tierras y de la reforma de las regalías petroleras, para viabilizar el nuevo modelo de acumulación capitalista sustentado en los recursos energéticos y mineros. Para Santos y los tecnócratas que lo rodean, existe la necesidad de aclarar la situación de los derechos de propiedad sobre la tierra, en un contexto en que las tendencias de acumulación capitalista le han dado a esta otro significado y priorizan la apropiación del territorio para la explotación minera y energética.

En materia de tierras, el gobierno de Santos ha puesto en marcha el mayor esfuerzo de lavado de fachada. Esa fachada ensangrentada va a ser recubierta con el barniz que saldrá del capitulo correspondiente en el proyecto de la Ley de Victimas, convertido ahora en la principal bandera oficial.

Así, pues, el gobierno de Unidad Nacional de Santos no representa ninguna modernización política, ni significa gobernar sin la mafia, ni implica cambios en el esencia del Estado burgués, terrateniente y proimperialista colombiano. Santos no cambiara las relaciones de dependencia del país respecto al imperialismo; estará como todos los gobiernos en el capitalismo, al servicio de los explotadores nacionales y extranjeros y en contra del pueblo; seguirá siendo como todo los gobiernos en el régimen Burgués, democracia para los ricos y dictadura contra el pueblo; será un gobierno antiobrero y antipopular como lo anuncian sus nuevas reformas, las cuales exacerbaran aun mas la contradicción entre el proletariado y la burguesía y del pueblo contra el Estado, obligando a los trabajadores del campo y la ciudad a resistir los embates de los explotadores y a continuar luchando para evitar su desgracia total.

La pretendida Unidad Nacional solo es un acuerdo temporal de los reaccionarios mafiosos, industriales, banqueros, comerciantes y terratenientes para que Uribe y su pandilla de narcos queden en la impunidad absoluta. Acuerdo en el cual también esta comprometido un sector de la pequeña burguesía y el oportunismo inveterado a través de una izquierda mendicante, recibiendo cargos en el gobierno como ya lo hizo Angelino Garzón y se prevé lo hará Gustavo Petro.

Pero un acuerdo reaccionario como este, solo puede ser temporal y terminara por romperse como producto de las contradicciones que continuaran agudizándose, tanto en el conjunto de las clases dominantes tradicionales como con el sector mafioso y paramilitar que no renunciará a su pretensión de continuar gobernando (basta con observar la reacción de los mafiosos frente al nombramiento de Santos de Vargas Lleras como Ministro del Interior y de Juan Camilo Restrepo como Ministro de Agricultura), así como entre todas las facciones de las clases dominantes frente a los nuevos estragos que la crisis nos deparara. A ello hay que agregar que se presentaran nuevos y mas grandes conflictos como producto de la agudización de la crisis social y del persistente ascenso del movimiento de masas, quitándole al gobierno santista los velos de la supuesta unidad consociacional y desgarrando abiertamente la sociedad en una aguda lucha de clases, lo cual crea condiciones excepcionales para el avance de la revolución y el socialismo.

Para la resistencia campesina y el movimiento revolucionario colombiano, el principal reto consiste en acompañar las luchas sociales que se avecinan en contra de la aplicación del plan de ajuste y cobrar resueltamente la bancarrota del neoliberalismo en el marco de la actual crisis financiera internacional.


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