martes, 21 de diciembre de 2010

Operación Magnicidio

Piedra de tranca
Operación Magnicidio
(Parte I)
 

ESTE ESCRIBIDOR SIEMPRE HA PENSADO que la única salida que tienen al "problema Chávez" -tanto EEUU como la oposición irracional venezolana-, es su asesinato. Claro está que esa posibilidad es negada con vehemencia por los gringos y por los cipayos venezolanos. Y no puede ser de otra manera. Nunca alguien acepta públicamente un acto de tal naturaleza, y sólo lo hace cuando se consuma. La prueba plena que aceptarían los enemigos del Presidente venezolano, del magnicidio, es su cadáver. Así como suena. Sin patetismo. ¿Por qué la fatalidad ante tal designio? Obvio: Porque a Chávez no es posible sacarlo de Miraflores sino mediante el crimen. Ejerciendo la última ratio, que en la política mafiosa, inmoral, criminal, es lo único que funciona. Como ha ocurrido con muchos casos a través de la historia, y que no vale la pena repetir en esta ocasión. La oposición y el Gobierno estadounidense saben que Chávez es imbatible en el campo político, en la táctica y en la estrategia, en el marco de la conflictividad social y menos aún en el plano electoral. Conservar, por ejemplo, luego de doce años de gestión, más de 60% de apoyo popular; competir en comicios marcados por la tensión y con poderosos enemigos que cuentan con abundantes recursos, con una oposición mediática brutal como nunca antes tuvo gobierno alguno en el país, y superar fallas de su propia administración y hasta graves errores, sin que su liderazgo se vea afectado, sepulta las esperanzas de los sectores que pretenden salir por la vía pacífica del personaje.

 

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YA EN LA OPOSICIÓN y en quienes la alimentan desde el exterior hay la convicción de que Chávez no es derrotable electoralmente. Tampoco promoviendo paros y guarimbas. Tampoco tratando de captar oficiales. El airecito que estimuló las ilusiones de la oposición y del imperio con el resultado del 26-S, magnificado por una oposición incapaz de distinguir entre lo que es victoria de verdad y derrota, se esfumó con motivo de lo que sucedió el pasado 5 de diciembre. En esta oportunidad se demostró que el chavismo -obtuvo 58% de los votos- es una fuerza implantada en el pueblo, que desafía las fluctuaciones de opinión; que tiene flujos y reflujos, y una capacidad impresionante de recuperación y vigencia.

 

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EN OTRAS PALABRAS, una oposición desorganizada y dividida, que vive del odio a Chávez, que nada ofrece al país, salvo volver al pasado adeco-copeyano, tiene que refugiarse en la expectativa de que ocurra algo excepcional en política. Y está visto que lo excepcional no es la derrota electoral de Chávez, un alzamiento militar, o un estallido social. ¿Qué queda entonces como opción? Tan sólo trabajar la hipótesis del crimen. El recurso al que siempre han apelado los que están aturdidos por la desesperación y carcomidos por el odio.

 

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UN BANQUERO LADRÓN, que estafó a los clientes de su banco, prófugo de la justicia, marca la hoja de ruta del crimen, invirtiendo el dinero que le robó a la gente en la preparación del escenario, con gran inversión en los medios y actividades conexas. La "Operación Magnicidio" está en marcha. De eso diré algo más en próxima nota. Sobre la trama y autores y actores.-


Piedra de tranca
Operación Magnicidio (Parte II)
EL MAGNICIDIO NO ES UNA LUCUBRACIÓN fantasiosa. Algo que se le ocurre a alguien porque le da la gana. Con el simple propósito de crear zozobra. Nada de eso. Precisamente ésa es la intención, aviesa, que encubre la posición de quienes preparan un acto de tal naturaleza. La desproporción suele ocultar aquello que tiene lógica. Es una manera de banalizar algo extremadamente serio y delicado.
 

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ESTE ESCRIBIDOR ESTÁ CONSCIENTE de la gravedad del tema. De la inquietud que genera. Prevé la reacción de los eternos fariseos. De los que traman aventuras y eluden la responsabilidad. Así pasó durante los días que precedieron al 11 de abril de 2002. En el país olía a golpe. Todos hablaban de que estaba en marcha una conjura. Los medios lo insinuaban y era evidente su complicidad con los conspiradores. Ante las denuncias de que venía un asalto al poder, los desmentidos se prodigaban. El Gobierno alertaba sobre lo que iba a ocurrir, pero de inmediato la oposición reaccionaba y tildaba de falsos los señalamientos directos que se hacían. Los calificaba de alarmistas o de intento para distraer la atención de la gente. Hasta que se produjo el golpe. Pero hay más, tan pronto como éste fracasó la oposición negó su participación. Nadie tomó parte en la aventura. La gente que estuvo en Miraflores en la juramentación de Carmona, lo hizo porque de casualidad pasó por el sitio y por curiosidad entró al Palacio. Los militares golpistas, todos al unísono, negaron haber actuado en los acontecimientos, pese a que aparecían en las escenas captadas por la televisión. Por primera vez en la historia de la humanidad se daba un golpe sin golpistas.

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CON LA POSIBILIDAD DEL MAGNICIDIO sucede igual. Los mismos síntomas ominosos que precedieron al 11-A. El mismo primitivismo suelto en la calle. El mismo odio. La misma intención de acabar con Chávez. La misma desesperación. Las mismas conjeturas. La misma convicción de que no hay otra salida sino el crimen. El mismo perfil. El mismo cuadro. La misma composición de fuerzas.

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EN LA "OPERACIÓN MAGNICIDIO" los personajes inicialmente se diluyen en el paisaje de la aventura. Luego comienzan a emerger. Siempre fue así. Al comienzo son figuras fantasmales que apenas se perciben en la niebla hasta que se despeja la visión. Cuando el asesinato de Delgado Chalbaud pasó algo similar. La conjura se desarrolló en el silencio, tamizada por intereses contradictorios. Pero hurgando en la historia se descubre el protagonismo determinante de millonarios como Antonio Aranguren, de empresarios temerarios como Rivero Vásquez, de políticos ligados a poderes fácticos como los del Uribante, y de hombres de paradas como Urbina.

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REUBIQUEN USTEDES, QUERIDOS LECTORES, ese complejo cuadro de ambiciones en el contexto actual, impregnado de odio, con ambiciones políticas y económicas desatadas, con banqueros y empresarios en plan de revancha que se sienten perseguidos y con ex militares con vocación de rambos, expertos en la acción directa y el manejo de armas de precisión. Simplemente cambien nombres y tendrán la clave de lo que se gesta y de los que están detrás de la aventura, es decir, la "Operación Magnicidio".-

 



Piedra de tranca
Operación Magnicidio
(Parte IV)
 

¿MIDEN LAS CONSECUENCIAS DE UN MAGNICIDIO aquellos que lo alientan y preparan? Posiblemente sí, posiblemente no. ¿Por qué la duda? Sencillo. Porque se trata de algo tan grave que cualquiera, en su sano juicio, tiene que debatirse en la duda de si en verdad el grado de irresponsabilidad de aquellos que estimulan semejante hecho, llega al extremo de no pasearse por sus terribles consecuencias; o porque teniendo conciencia de lo que puede desatar en el país tal barbaridad, no les importa porque piensan que su desarrollo puede ser controlado.

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EL DESQUICIAMIENTO MORAL, político, humano de la oposición, su manera de asumir con desprecio la realidad, sorprende. No tiene parangón en la historia de Venezuela. A quienes hoy la dirigen no les importan las consecuencias de lo que planifican. Sólo los mueve el odio. La venganza. La ansiedad de que llegue el momento en que el chavismo no esté en el poder para ajustar cuentas. Para acabar con él. Para humillarlo. Para asesinar a sus líderes. Para liquidar las conquistas sociales logradas por la revolución bolivariana. Durante las breves horas en que Chávez fue desalojado de Miraflores el 11-A, la bestia fascista mostró sus terribles designios. Desató una feroz represión contra todo lo que olía a chavismo. Buscó con la furia del perro de presa a los dirigentes del movimiento. Amenazó a diestra y siniestra, persiguió en sus propias casas a los líderes y asesinó a numerosos conductores sociales en los barrios. No tuvo tiempo suficiente para ir más lejos y repetir la experiencia vivida por el movimiento popular chileno cuando Pinochet, la derecha y la democracia cristiana, derrocaron al gobierno de Allende.

 

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LA OPOSICIÓN VENEZOLANA y el imperio dudan, cada día más, de la posibilidad de salir de Chávez mediante un golpe militar, desencadenando una insurrección popular o a través de elecciones. Por eso el magnicidio luce como la mejor opción. Y ésta, justamente, es la trampa en la cual está cayendo el antichavismo. Porque en vez de asumir la única posibilidad que tiene de sobrevivir, que consiste en aceptar la realidad de la revolución y colocarse a derecho, escoge la sordidez del atajo que la conduce al abismo. Pero en su obcecación no lo entiende ni lo acepta así. Por eso la irracionalidad del magnicidio. Asesinar a Chávez es un salto al vacío, y quienes piensan que el paso se puede dar sin consecuencias, son unos dementes. Es gente que ha perdido por completo la sensatez y que nada le importa el país.

 

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SI ESO LLEGARA A SUCEDER, la violencia se desataría en Venezuela con fuerza de huracán. Que no se engañen los que piensan que nada pasará si cuaja la aventura. Este escribidor no se quiere pasear, ni en juego, por ese escenario. Le da grima. Percibe, en la hilacha perversa que deja al descubierto el plan que está en marcha, los signos del apocalipsis. Así como suena. La advertencia no es para intimidar, sino para alertar. Aún a sabiendas de que con la oposición que existe en Venezuela se pierde el tiempo advirtiéndole acerca del hueco en que va a caer. Para ella todo el problema es Chávez, y por eso piensa que todo se resuelve liquidándolo físicamente.-
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