Hace 20 años Venezuela vivió una de las protestas más sangrientas en la historia de América Latina. En las primeras horas del 27 de febrero de 1989, a menos de un mes de haber asumido Carlos Andrés Pérez su segundo mandato como presidente de la Nación y como consecuencia de la aplicación de un paquete de ajustes económicos, se desató en diversos puntos del país una violenta y masiva explosión social con la que el pueblo dijo basta. Enseguida la rebelión se popularizó con el nombre de Caracazo.
Las protestas conocidas como "Caracazo" dejaron más de 250 muertos en Venezuela.
Venezuela había experimentado durante la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez (entre 1974 y 1979) una notable mejora en la economía debido al boom ocasionado por la exportación de petróleo. El presidente había nacionalizado la industria de crudo dándole nacimiento a la empresa Petróleos de Venezuela; tal fue la prosperidad económica que el país llegó a recibir el apodo de "Venezuela Saudita".
El 4 de diciembre de 1988 Andrés Pérez volvió a ser electo presidente de Venezuela, con más del 52% de los votos. Gran parte de esta victoria se debió a la imagen sólida que todavía mantenía Pérez, quien fue tomado por muchos como el responsable del milagro económico de la región.
Pero los buenos tiempos no duraron para siempre. La situación que tuvo que afrontar en su segundo mandato fue muy distinta a la del primero: el precio del petróleo había bajado constantemente lo que llevó a una fuerte devaluación de la moneda, altos índices de inflación y a una deuda externa que no paraba de crecer. Esto, a su vez, trajo desconfianza y pérdida de credibilidad a los inversores extranjeros y nacionales.
Toda esta situación puso a Andrés Pérez en jaque. Decidió, entonces, adoptar por consejo del Fondo Monetario Internacional (de quien recibió un importante préstamo) una serie de ajustes macroeconómicos que recibió el nombre de "Paquete Económico". Algunas de las medidas más relevantes de este paquete consistieron en la liberación de precios de todos los productos, excepto los que componían la canasta básica; aumento en las tarifas de los servicios públicos y de todos los productos derivados del petróleo (con una suba del 100% en combustibles); y un incremento del 30% en las tarifas del transporte público. Así, los precios de los alimentos se dispararon y muchos comerciantes optaron por especular acaparando sus mercaderías.
Este conjunto de ajustes terminó perjudicando a los sectores más necesitados de la población, quienes percibieron cómo aquellos tiempos de crecimiento económico quedaban atrás. Las nuevas recetas liberales dictadas desde el norte solo lograron oprimir cada vez más a un proletariado venezolano que ya desde hacía varios años tenía congelados sus salarios y venía sufriendo el malestar y la angustia de la continua pobreza.
EL PUEBLO DICE BASTA
La mañana del 27 de febrero de 1989, como todos los días, los habitantes de la ciudad de Guarenas (40 kilómetros al este de Caracas) se levantaron bien temprano para ir a sus respectivos trabajos en la capital. Pero esa mañana no fue simplemente una más, ya que para sorpresa de todos el transporte del cual ellos dependían diariamente para ganarse su sustento había subido sus tarifas al doble de lo habitual, además de no reconocer el pasaje estudiantil. El descontento no tardó en hacerse notar, sobre todo porque el Estado había anunciado solo un día atrás que el incremento sería de un 30 %, y no de un 100% como las empresas habían decidido.
Esa fue la gota que rebalsó el vaso. Los pobladores de Guarenas, colmados de más de 10 años de abusos y carencias, no toleraron esta situación. Fue en ese pueblo donde comenzaron los incidentes, y no en Caracas: la gente comenzó desde las 6 de la mañana a agruparse en las calles, manifestando su malestar al ver que los choferes no iniciarían sus trayectos si no les pagaban lo que ellos exigían. La tensión fue creciendo de forma desmedida; los pobladores cortaron las calles arrojando botellas sobre el asfalto y los comercios cerraron sus puertas. Al poco tiempo comenzaron los saqueos. La respuesta del presidente del Consejo Municipal de Guarenas fue reprimir duramente a todos los manifestantes. Así, comenzaron una serie de trágicos hechos que se fueron dispersando por varias ciudades del país.
Al otro día los disturbios continuaron, con más violencia, saqueos e incendios. Ante esta situación, el presidente dispuso suspender las garantías constitucionales y que las Fuerzas Armadas tomasen control del orden público, además de dictar toque de queda en todo el territorio venezolano. Los militares, junto con la Guardia Nacional, reprimieron brutalmente a todos los manifestantes de forma indiscriminada, sin importar si éstos eran ancianos, mujeres o niños.
El resultado fue una terrible matanza de civiles. Si bien todavía la cifra de los muertos durante el Caracazo sigue siendo discutida, el número oficial habla de más de 250 muertos, mientras que distintas organizaciones de derechos humanos, basándose en las denuncias de las familias de los desaparecidos, hablan de 500 a 2000 víctimas, muchas de ellas encontradas en fosas comunes.
LAS CONSECUENCIAS
Luego de dos días de fuertes incidentes, muertes y enfrentamientos, los militares lograron controlar la situación, pero a un altísimo costo. Ya nada volvería a ser como antes; la sociedad toda, finalmente, le retiró su apoyo y confianza al presidente, cuya imagen quedó hecha añicos y la acción del Gobierno cuestionada a nivel internacional. Años más tarde, Carlos Andrés Pérez sería condenado y destituido por malversación de fondos, nada vinculado con su actuación durante la rebelión.
Y así fue como se creó el contexto perfecto para el surgimiento de Hugo Chávez, quien tomó al Caracazo como el inicio de la revolución bolivariana. El chavismo supo canalizar el enojo y cansancio de las clases más desfavorecidas, logrando que éstas se identificasen con sus objetivos e ideas. Esta estrategia fue acertada, ya que cuando en 1992 ocurrieron dos intentos de golpes de Estado (de los que participo activamente Chávez), el pueblo no salió masivamente a apoyar al gobierno.
Pero una de las consecuencias más importantes del Caracazo fue que las clases explotadas y pobres de Venezuela tomaron conciencia de su poder. A partir de este hecho tan importante los venezolanos se vuelcan a las calles para manifestar su aprobación o descontento con las distintas medidas aplicadas por los gobernantes de turno. Según datos de organismos no gubernamentales, desde 1989 hasta el año 2000 se produjeron en el país más de 8.000 protestas, algunas multitudinarias, como las que surgieron para apoyar o rechazar la modificación de la Constitución.
Actualmente, el gobierno venezolano solo indemnizó a unas pocas familias damnificadas el día del Caracazo, mientras que miles esperan que la Justicia tome alguna resolución. Ni una persona ha sido condenada por las muertes que en 1989 marcaron a fuego a una nación que supo decir basta.
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