¡ELEMENTALES, QUERIDO WATSON!
Darío Botero Pérez
1. Las mentiras del desarrollo económico neoliberal
Son conocidos y demasiado trillados los sofismas y mentiras con que engañan
los potentados a la Humanidad para expropiarla de sus conquistas y privarla
del disfrute del amenazado, depredado e indefenso Medio Ambiente, ahora
sometido al saqueo de las multinacionales mineras amparadas por la bandera
canadiense.
Están dedicadas a destruir la biosfera por todo el planeta, como lo están
haciendo aceleradamente en Latinoamérica aprovechando los leoninos y
letales tratados de libre comercio que nos dejarán en la ruina, llenos de
dólares sin valor, en medio de eriales estériles como el atormentado
Haití.
Al respecto, el mismo Juan Manuel Santos afirma, con vergonzoso orgullo,
que de cada tres proyectos mineros en nuestra amenazada región, dos son de
canadienses, lo cual ilustra para los más desinformados e incautos el
inmenso peligro que significa seguir aplicando las recetas neoliberales y
firmando tratados de libre comercio absolutamente desiguales.
Tenemos la obligación de defender el Medio Ambiente que, en su estado
natural y prístino, hace la Vida tan agradable y sustentable como la de los
mamos de la Sierra Nevada de Santa Marta que visitaron Juan Manuel Santos y
Sebastián Piñera aprovechando la Cumbre de Cartagena.
El bienestar y la armónica relación con la Naturaleza de los arhuacos -auto
nombrados como los “hermanos mayores” de los desatinados occidentales- son
ejemplares e innegables, así no vivan en una sociedad mercantil, de modo
que las estadísticas del “desarrollo” -reales medidas de la depredación- no
los tengan en cuenta.
Al PIB que miden los empresarios capitalistas, lo tiene sin cuidado que
quienes no consumen sus mercancías disfruten de bienestar y buen vivir,
como los que ostentan las sociedades ancestrales amenazadas por el
irracional consumismo que ha embrutecido a las masas sometidas por el
absurdo Neoliberalismo en prácticamente todo el Mundo, dedicándolas a
convertirlo en un basurero.
Posiblemente a los arhuacos, el par de presidentes, neoliberales confesos,
fueron a estudiar la manera de arrebatarles su Sierra, así como en Chile le
arrebataron sus tierras al pueblo Mapuche para sembrar árboles destinados a
enriquecer a las multinacionales mientras desarraigan a los habitantes
ancestrales, condenándolos a vivir desplazados en lugares extraños y en la
miseria, buscando despojarlos de sus culturas, empobreciendo las tierras y
extinguiendo las especies endémicas.
El desmantelamiento de los pueblos y la desaparición de sus culturas
milenarias son otros objetivos mortales del Neoliberalismo, paralelos al
saqueo de las riquezas naturales y a la gran estafa financiera en que han
sumido a las víctimas pertenecientes al sistema consumista y jerárquico.
Lo que éste exige y ha conseguido de todos los cipayos vendepatrias es que
las riquezas naturales existentes en los países les sean entregadas en
bandeja de plata a las multinacionales para que puedan seguir proyectando
un crecimiento indefinido que las sacaría de la crisis definitiva en que se
encuentran.
No admiten que la depredación o el “crecimiento” constante es imposible
porque están acabando con recursos no renovables que, por ende, jamás
recuperará la Humanidad y de los que abusivamente, haciendo gala del
absurdo antropocentrismo predicado por el sionismo, privamos a las demás
especies tanto como a las generaciones futuras.
De ahí que Hillary Clinton no tenga inconveniente en calificar de progreso
asombroso el supuestamente vivido en los últimos 20 años por los países
latinoamercanos. Pero lo cierto es que más de 40 años de Neoliberalismo
rabioso los han arruinado, despojándolos de los monopolio públicos y de la
incipiente gran empresa privada, luego de haberlos obligado a endeudarse
excesivamente -como ahora a las víctimas europeas- para poder presionarlos,
declararlos ilíquidos en un atropello insoportable a las soberanías
nacionales, trazarles sus políticas sociales y económicas, y arrebatarles
sus riquezas con la complacencia y complicidad de los vendepatrias que los
gobiernan en beneficio de los enemigos comunes de la Humanidad.
Si la reacción de los pueblos no es suficientemente rápida, multitudinaria
y contundente, antes de la próxima cumbre todos estaremos igual a Haití,
como lo pronosticó en su ladino mensaje el “pollo” López al confirmar sus
compromisos tempranos con el Neoliberalismo, y ahora lo repite con igual
talante el también oligarca descendiente de libertadores, Juan Manuel
Santos.
Por el camino que vamos, es obvio que, en poco tiempo, todos estaremos
postrados, como Haití.
Contando con padrinos tan peligrosos como George W. Bush y Bill Clinton, y
partiendo de la depredación a que ha sido sometido desde que se atrevió a
expulsar a los franceses en pleno régimen napoleónico, lo cual jamás le han
perdonado y no dejan de cobrarle -de allí que sea el ejemplo macabro al que
acuden los cipayos criollos para anunciarnos el futuro verdadero que nos
han decretado-, es imposible que Haití alcance el nivel de progreso
deleznable que todavía conservan algunos de estos países condenados a ser
parias, de modo que pronto estarán como está Haití ahora, y éste estará
todavía peor.
1. Las mentiras del narcotráfico dirigido por la DEA
Como las promesas de un desarrollo falaz que nos está convirtiendo en
países inviables cuyos recursos naturales están seriamente amenazados por
las multinacionales depredadoras, con lo cual éstas se convierten en causa
de todas o, al menos, de la inmensa mayoría de las tragedias que le achacan
al calentamiento global; es falso de toda falsedad que la despenalización
de las drogas del placer incrementaría masivamente su consumo.
Igualmente es falso que todos los adolescentes se volverían adictos, pues
su acercamiento a las drogas prohibidas hace parte de los arrebatos de
independencia y de las experiencias sociales que le permitirán al joven
convertirse en adulto, lo cual no deja de ser un riesgo, ni de escandalizar
a los padres cuyos criterios de crianza se ven confrontados con una
realidad que no pueden controlar, pues es social y no individual, aunque,
como todas las calamidades que conllevan las sociedades piramidales, la
sufra el individuo.
Pero esa aproximación -estimulada por las demandas del crecimiento en
algunos jóvenes de ambos sexos y diversos géneros, más temerarios que el
resto y, posiblemente, más capaces de asimilar experiencias no aptas para
las mayorías- se torna en algo perverso en la medida en que los
narcotraficantes se esmeran por cultivar esta clientela potencial
conformada por párvulos, púberes o adolescentes, ofreciéndoles toda clase
de sustancias adictivas capaces de destruir sus vidas de adultos en
formación, todavía bastante ingenuos, a quienes tenemos la obligación de
proteger mientras no hayan alcanzado su mayoría de edad.
Desde luego, si el comercio con las drogas del placer dejase de ser tan
rentable, pocos individuos se interesarían en corromper a los escolares,
como lo hacen ahora aprovechando la arbitraria e interesada prohibición,
que tanto favorece los intereses del Imperio mientras destruye nuestras
sociedades, contribuyendo a la disolución de nuestros países que se ha
propuesto el Neoliberalismo, ahora dedicado intensamente a destruir la
biosfera contando con la complicidad y la entusista complacencia de los
vendepatrias.
Éstos nos quieren convencer de que la destrucción es progreso, y que entre
más intensa sea más pronto venceremos la pobreza. Así lo creen o, al
menos, lo han afirmado los traidores de las patrias y lacayos de los
potentados reunidos en la VI Cumbre de las Américas, según lo expresó el
anfitrión Juan Manuel Santos.
La razón adulta para que el consumo de alucinógenos no se extienda
exponencialmente al dejar de penalizar las actividades referentes al
negocio montado alrededor de ellos -como advierten que sucedería
irremediablemente, y a pesar de evidencias en contrario, los hipócritas
apersonados de una presunta moral rigurosa-, obedece a la genética. Ésta
determina la propensión a su consumo, convirtiendo las sustancias adictivas
en bienes de demanda inelástica, lo cual significa que las variaciones del
precio no afectan el consumo en igual o superior proporción pero inversa.
O sea, si el precio disminuye significativamente, como sucedería con la
legalización, la cantidad de adictos no crecería notablemente. Pero
tampoco disminuiría mucho el número de consumidores si el precio sube
exageradamente, aunque a los existentes y a sus amigos y parientes se les
amargaría mucho la existencia.
Por tanto, los no adictos no sentirían una motivación especial para
volverse adictos; ni éstos dejarán de serlo porque el precio o la represión
aumenten, como lo demuestran las evidencias que los prohibicionistas se
niegan a ver.
Este efecto de mercado lo puede confirmar cualquier abstencionista o
prohibicionista, así sus prejuicios lo lleven a apoyar tantas mentiras y
fantasías que perpetúan el sucio negocio.
De todos modos, la legalización convertiría en decentes las actividades que
suscita la adicción a las drogas del placer, desplazándolas, en el peor de
los casos, a un asunto de salud pública, aunque no perderán su carácter
lúdico y hasta sagrado, consagrado por la antropología, como no lo han
perdido para muchos pueblos y culturas a pesar de la demencial prohibición.
En consecuencia, se puede afirmar que ninguno de quienes se oponen por
razones ideológicas a la legalización caería en el vicio, así se los
regalen y se atrevan a probarlo, siempre y cuando carezcan de la
disposición genética para disfrutarlo.
Es algo similar a la propensión genética a la homosexualidad, que niega la
falacia de que se trata de una enfermedad que podría ser contagiosa y
habría que curar a como dé lugar, según pretendían y siguen pretendiendo
seres involucionados que rigen su comportamiento por creencias y prejuicios
mientras se niegan a juzgar objetivamente la realidad para no ofender a sus
divinidades enemigas del placer y la lúdica.
Prefieren amargarles sus vidas a los lúcidos ajenos al poder, tanto como
destruir la Naturaleza que los adictos suelen ser capaces de disfrutar
tanto, pues no dedican sus energías a acumular dinero ni a amargarles sus
existencias a los demás mientras causan tantos estragos, como los
potentados y sus imitadores, sino a regodearse con la maravillosa y
pasajera Vida.
Este dilema pone de presente la diferencia entre el bienestar, tan
agradable y deseable, comparado con el confort, tan artificial, extendido y
frustrante, pero que el capitalismo agonizante insiste en imponer mientras
se encarga de eliminar todo lo que recuerde o aluda a bienestar.
¡Le parece imperdonable que éste suela ser gratuito mientras el confort
cuesta tanto dinero, de modo que sólo unos privilegiados pueden
“disfrutarlo”!
A quienes les parezca que estas conductas obedecen a calumnias, pues la
búsqueda del bienestar para todos es el motor natural de la economía, o
deberá serlo en la sociedad plana que estamos en condiciones de establecer;
conviene que tengan en cuenta que: “Nikola Tesla, un gran inventor, era
financiado por el banquero JP Morgan. Cuando el banquero vio que Tesla
estaba diseñando un aparato para entregar energía eléctrica sin cables y
gratis, lo proscribe a una habitación y al tiempo muere de tristeza”
(Citado en “Energías libres el camino que debemos seguir si te parece
comparti este video”, anexado a EL QUIMBO, PURO NEOLIBERALISMO)
saguete@gmail.com
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