viernes, 24 de mayo de 2013



Reflexión de MARIO SILVA



Por: Mario Silva Garcia.
He estado observando, atento, muy atento a todas las reacciones que generó
el bodrio presentado en Globovision por la basura llamada Ismael García;
las declaraciones y noticias de los medios privados, los medios
internacionales, Venezolana de Televisión, actos del Presidente Nicolás
Maduro, el debate en la Asamblea Nacional, absolutamente todo.
Llámenlo costumbre, manía por el trabajo, obsesión por digerir y analizar
el panorama político, etc., llámenlo como quieran.
Pero, si algo aprendí bien todos estos años es a ser observador y muy
acucioso con las noticias, pues mi Comandante Chávez fue el pedagogo
perfecto, ejemplo invalorable de este tablero de ajedrez que tenemos por
política. De él aprendí muchísimas cosas, pero la más importante fue no
temerle a la verdad; “Con la verdad no temo ni ofendo”, decía, y créanme,
afortunadamente nunca dudé de su palabra e hice mía cada una de sus frases,
sus acciones y su pregonar.
 Es por ello que en los momentos de tribulación, cuando más cansado me
sentía, cuando perdía el norte o cuando el cuerpo aflojaba, sólo bastaba
que me llenara de su espíritu para confrontar cualquier dificultad. Vivo y
ahora en reposo, mi Comandante fue y será siempre fuente permanente de mi
lucha y me importa un carajo lo que la inmunda oposición diga o haga.
Recuerdo una expresión, no atino a saber quién fue el camarada que la dijo,
que se me ha quedado grabada como un taladro marcando en mi cerebro: “La
Hojilla se defiende sola”. Por supuesto, La Hojilla es Mario Silva; nada de
“Bachiller Marginal”, “Señor de la Noche” o, ahora, “Agente del G2 Cubano”.
Nada de eso. Solo Mario Silva a secas, pues siempre he rechazado cualquier
título o mención honorífica.
Siempre he hecho el “trabajo sucio” que los estudiosos del periodismo no se
atreven a hacer, por esas cosas de una vaina llamada ética del periodismo
que, a fin de cuentas, terminan violando una y otra vez a nombre de la
libertad de expresión y el bozal de arepas que imponen los socios de la
Sociedad Interamericana de Prensa.
Soy el mal hablado, soez, irreverente, incluso deslenguado emocional que
tiene el mal gusto de expresar lo que se habla en el barrio, en las calles,
en las polvorientas escalinatas de los colectivos. Es decir, soy él que soy
y, ¡carajo!, siempre arreo con mi muy compleja manía de dormir bien con mi
conciencia… Por cierto, conciencia que en buena hora agitó y reavivó hasta
el fondo del alma mi Comandante Hugo Chávez. Ese soy yo; Mario Silva a
secas.
¿Visceral? ¡Sí! Pero, profundamente leal con la praxis y la teoría que nos
dictaba el Comandante a todos los que lo sentimos, lo valoramos y hoy más
que nunca, lo extrañamos. “Sean castos como las palomas y astutos como las
serpientes”, arengó en más de una ocasión. El Presidente Nicolás Maduro lo
sabe, estuvo cerca de él y entendió a la perfección cuán valiosos eran sus
consejos. Hoy, cuando la corrupta oposición nos acecha y se repite el acoso
sistemático que nos van imponiendo, Nicolás lo percibe y sabe que no
tendremos paz con la miseria para defender el legado de un hombre que dio
la vida por cada uno de nosotros.
“Dio la vida por nosotros” ¡Qué frase tan arrecha! ¡Qué frase tan
significativa! Porque en medio de las circunstancias en las que sobrevino
su muerte, Chávez, solo tuvo un solo pensamiento: Mi Pueblo ¿Qué va a pasar
con mi pueblo? ¡Tiembla la tierra solo de pensarlo! ¡Temblamos todos solo
al imaginarlo! Chávez viento, Chávez lluvia, Chávez llanura, Chávez
Venezuela, Chávez Bolívar, Chávez Pueblo, Chávez Patria, ¡Chávez vive,
carajo!
Lo dije ayer, antes de retirarme unos días para poder sanar de una dolencia
menor que debe ser atendida, no tengo el menor temor a inmolarme por la
Revolución Bolivariana y el legado de mi Comandante Chávez.
Cuando decidí que no había familia, ni compromiso pueril, ni horario, ni
razones personales para dedicar todo mi esfuerzo a luchar por la dignidad,
la moral y la preservación de la Independencia que nos dejó el Comandante
Chávez, no era un juego de palabras o un discurso destinado a ganar
adeptos. He sido en extremo duro conmigo mismo, crítico y de carácter
volátil ante los errores. Pero, jamás he dejado de ser fiel a mis
principios.
Hoy vi a Diosdado decir que “Águila no caza moscas. Ya el compañero Mario
Silva dijo lo que tenía que decir”. Cierto, así fue, y no voy a agregar ni
una palabra, ni un acento a lo que expresé ayer durante el programa La
Hojilla. Las moscas que están revoloteando en el basural de la historia,
ejecutando los mismos planes del 11 de abril de 2002, del paro petrolero,
de las guarimbas, de los paramilitares, no merecen ni un rociado mortal del
insecticida.
Y recordé una ocasión, la primera vez que me encontré con Diosdado, incluso
antes de hacer el programa La Hojilla, y me dijo, no se me olvidará jamás
esa frase: “Cuando la Revolución se consolide, estaremos los dos al lado
del Comandante”. Aquí estamos Diosdado. Tú, Nicolás, el pueblo, yo. Sólo
que el Comandante dio la vida por nosotros y ahora estamos obligados a
hacer de esta Patria lo que él soñó.
También recuerdo la noche en que fui a la Academia Militar donde se le
rendían honores al Comandante Eterno. Me quedé unos minutos viéndolo,
tratando de asimilar lo que había sido inevitable, quizás tratando de
grabar en mi memoria al hombre que por primera vez descansaba de su labor
permanente. Aún su cara era el de quien reposa y está expectante, esperando
ver con armoniosa ternura que sus hijos hagamos lo que debemos hacer.
Son casi las once, hora en que normalmente estoy esperando salir al aire. Y
me senté a escribir; algo que me había negado la dinámica del trabajo y,
bajo reposo médico, no dejo de tener esa extraña sensación de saber que me
puedo defender, pero me acompaña el espíritu indomable de quien nos hizo
indomables.
¡Patria Socialista o Muerte¡
¡Viviremos y Venceremos!
¡Hasta la Victoria Siempre!
Que el tiempo del pueblo gladiador acompañé al Libertador de los Nuevos
Tiempos

*Mario Silva*

saguete@gmail.com

P.D. Pido disculpas pero no me permiten subir imágenes 

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